San Expedito, tú que lleno de valor abriste tu corazón a la gracia de Dios y no te dejaste llevar por la tentación de postergar tu entrega, ayúdame a no dejar para mañana lo que debo hacer hoy por amor a Cristo.
Ayúdame desde el cielo a renunciar a todo vicio y tentación con el poder que Jesús me da.
Que yo sea diligente, valiente y disciplinado al servicio del Señor, y no me acobarde ante las pruebas.
Tú que eres el santo de las causas urgentes, te presento mi necesidad (decir la intención).
Sobre todo te pido que intercedas por mí para que persevere en la fe, y así llegue al gozo del cielo con Cristo, con la Virgen María, los ángeles y los santos. Amén.
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