¡Oh, Corazón dulcísimo de Jesús! Yo te encomiendo por esta noche mi corazón y mi cuerpo a fin de que descansen dulcemente en Ti. Como no puedo alabar a Dios durante mi sueño, dígnate hacerlo Tú mismo en mi lugar, de modo que todos los movimientos de mi corazón durante esta noche sean otras tantas alabanzas que des a la Santísima Trinidad, y recibas todos mis suspiros para presentárselos como centellas ardientes de amor. Así sea.
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