Señor, ayúdanos a mantener nuestros corazones de esposos unidos y saber de antemano quién es el verdadero culpable de las disputas en el matrimonio.
Ayúdame, Padre, a apreciar a mi cónyuge, a saber que no es mi enemigo. Sea lo que sea que estemos atravesando, ayúdanos a recordar quién es el verdadero enemigo. El demonio quiere que tengamos una desconexión de nuestro amor en nuestro matrimonio. ¡No lo permitas, Señor! Mi cónyuge no es mi competencia. Ayúdame a mirarlo como socio/a con el cual transitar este viaje hacia la eternidad. Somos una sola carne, un solo equipo. Amén.
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