viernes, 11 de abril de 2025

VIERNES V DE CUARESMA C - VIERNES DE DOLORES


Buenos días. Hoy es viernes de Dolores. Y la Iglesia nos invita a la abstinencia, para que podamos unirnos a los que más sufren, ya que Cristo mismo se hizo uno de nosotros para acercarnos las obras buenas de Dios, pero los judíos (duros de corazón) acechan al Justo para acabar con Él, pero Dios tiene un plan para que todo el que sufre sea liberado. Pidamos al Señor tener un corazón misericordioso para ayudar y hacer las obras buenas de Dios. Seamos buenos y confiemos en Dios, que libera la vida del pobre de manos de la gente perversa.



1ª Lectura (Jer 20, 10-13): Oigo las calumnias de la gente: «Terror alrededor, delatadle, vamos a delatarlo». Mis amigos aguardan mi tropiezo: «A ver si, engañado, lo sometemos y podemos vengarnos de él». Pero el Señor es mi fuerte defensor: me persiguen, pero tropiezan impotentes. Acabarán avergonzados de su fracaso, con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor del universo, que examinas al honrado y sondeas las entrañas y el corazón, ¡que yo vea tu venganza sobre ellos, pues te he encomendado mi causa! Cantad al Señor, alabad al Señor, que libera la vida del pobre de las manos de gente perversa.


Salmo responsorial: 17

R/. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos.

Me cercaban olas mortales, torrentes destructores me aterraban, me envolvían las redes del abismo, me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor, grité a mi Dios: desde su templo Él escuchó mi voz, y mi grito llegó a sus oídos.


Versículo antes del Evangelio (Jn Cf. 6, 64-69): Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.



Texto del Evangelio (Jn 10, 31-42): En aquel tiempo, los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?». Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra Ley: ‘Yo he dicho: dioses sois’? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios —y no puede fallar la Escritura— a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: ‘Yo soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre». Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí. Muchos fueron donde Él y decían: «Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad». Y muchos allí creyeron en Él.















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