Raisa era hija de Pedro, un presbítero de la ciudad de Tabne, ciudad del Alto Egipto, junto a Libia. Siendo muy joven (12, 18, 20 años, según las versiones) se había consagrado virginalmente a Cristo, cuando yendo a buscar agua a un pozo, vio a un grupo de 150 cristianos, entre monjes y vírgenes que iban conducidos por soldados, rumbo al martirio. Eran los tiempos duros de Majencio, entre 305 y 312. Pues viendo a los condenados y enterada de la causa, no tuvo otra reacción que gritar a los captores "yo también soy cristiana", pero no le hacían caso, sino que compadecidos de su juventud y belleza, la empujaban a un lado continuamente. Lloraba y suplicaba la admitieran entre los futuros mártires, pero nada. Así que se determinó a gritar insultos dirigidos a los dioses paganos y al emperador. Y ya esto no lo podían consentir los soldados, así que la tomaron y la metieron en el grupo, gesto que ella agradeció. Todos fueron embarcados hacia a Antinoe de Alejandría. Cuando el barco llegó a Antinoopolis, fueron juzgados. Cuando Loukianos gritó "Escupo sobre el Dios cristiano", santa Raisa lo contrarrestó, avanzando y escupiendo en la cara del tirano. Loukianos ordenó que fuera torturada y decapitada. Ella fue la primera en sufrir crueles suplicios y en morir. Finalmente quemaron su cuerpo.
ORACIÓN
¡Oh, Jesús! Tu oveja Raisa clama en voz alta: "Te amo, Esposo mío, te adoro y buscándote sufro y me uno a tu crucifixión y sepultura para ser bendecida por Ti". Te rogamos que por su intercesión y apelando a tu misericordia, salves nuestras almas y en la hora de nuestra muerte nos conduzcas a la Patria Celestial. Amén.
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