Oh, glorioso san Juan Bautista, que durante toda tu vida diste testimonio del total desprendimiento de las cosas terrenas cumpliendo con humildad y fidelidad la voluntad del Padre Celestial, como verdadero precursor del Mesías y poco a poco, con sencillez del deber cumplido, fuiste desapareciendo para que Cristo Salvador inaugurara el Reino de Dios entre los hombres, ayúdanos a vivir, según el ejemplo admirable que tú nos das, para que un día podamos contar contigo en las Mansiones Celestiales las glorias y alabanzas de nuestro Creador. Amén.
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