Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,18-27
"Dios es un Dios de vivos" (Mc 12,18-27)
Señor Jesús, después de los ya casi olvidados años de pandemia que dejamos atrás, después de vivir aquellos momentos en los que vivimos tan de cerca la muerte de tantos miles de personas, algunas de ellas muy cercanas, viendo ahora la crudeza de la guerra ahí cerca, cuesta explicar a la gente que eres un Dios de vivos. Nos cuesta incluso a nosotros dar respuesta a esa pregunta de ¿dónde estabas? y no perder de vista que jamás has estado tan cerca de nosotros.
Señor Jesús, vives y tu vida nos da vida a nosotros. Vives y nos quieres vivos y vivificadores. La situación vivida, de modo especial para los creyentes, fue un verdadero bálsamo, un verdadero lugar seguro en el que fundamentarnos. Confiados en Ti nos dejamos guiar y nos hemos dejado mecer en tus brazos para que Tú nos sostuvieras y nos dieses vida y vida abundante. Haz que no lo olvidemos nunca.
Señor Jesús, Dios es un Dios de vivos y así nos quiere. Me pregunto muchas veces cómo sentirá Dios la muerte de sus hijas e hijos. Sé que las experiencias vividas nos han hecho fuertes para poder estar cerca de los que lo necesitaban y nos ha dado palabras y nos ha inspirado gestos solidarios para dar vida a quien lo necesitaba.
Señor Jesús, Dios es un Dios de vivos y nosotros somos sus manos, sus pies, su mirada y su corazón en medio del mundo. De modo especial, en medio del mundo sufriente y más vulnerable. En medio de la guerra, de la injusticia y de la desigualdad cada vez más acuciante. En medio de tanta violencia y de tanta agresión. Danos vida, haznos vida para que otros te vean en nuestros gestos y palabras, en nuestros deseos y oraciones, en nuestros compromisos y servicio.
Gracias por ser el Dios de nuestra vida. Así lo pienso. Así lo creo. Así lo espero. Así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario