Oh san Bernabé Apóstol, tú eres el hijo del Dios de la vida, aquél que honor hizo al significado de tu nombre: “el que anima y entusiasma”, y el de “el esforzado”. Tu vida entregaste unida a la de san Pablo Apóstol, con quien incesantemente trabajaste con valor y con audacia expandiendo las Santas Escrituras. Dicen de ti: “Bernabé era un hombre bueno, lleno de fe y del Espíritu Santo”, y esa llenura y fe te permitió obrar por los valles y cañadas, los mares y los montes, de noche y de día, con hambre y sed, injuriado y perseguido, amenazado de muerte, pero siempre con la fe puesta en Aquél, en quien todo lo podía, y tú lo puedes certificar, porque hoy gozas de las alegrías plenas del cielo, luciendo corona de luz, por tus méritos y fe, oh san Bernabé, santo Apóstol. Amén.
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