Señor mío, que consolaste en su lecho de muerte a la bienaventurada Juliana, tu virgen santa, alimentándola milagrosamente con el precioso Cuerpo de tu divino Hijo, te suplicamos, en nombre de sus méritos, que, alimentados y fortificados en nuestra última hora por el divino Viático, logremos llegar a la patria celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.
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