¡Oh san Luis, modelo de pureza! Te encomendamos nuestra vida joven. Ante la tentación, ayúdanos a ser fuertes en nuestra convicción cristiana, recordando los sufrimientos de Cristo, el amor misericordioso del Padre y los dolores de María Santísima. Te rogamos que intercedas por nosotros, a fin de que no caigamos en el pecado, sino que logremos imitarte día a día. Amén.
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