¡Oh qué cosas, Dios mío,
el libro del campo abierto
muestra con tanto concierto
en la orilla de este río
para contemplar en Vos:
pues que la flor más pequeña
me está diciendo y me enseña
que sois Dios!
Estos verdes altos muros,
formados de ramas tantas;
los árboles, que las plantas
bañan en cristales puros;
las aves de dos en dos
por esos aires volando,
van con voz dulce cantando
que sois Dios.
Las flores que nos deleitan
tornasolando los prados,
blancos y rojos ganados
que la verde hierba afeitan;
esos trigos a quien Vos
dais la lluvia celestial,
dicen con aplauso igual
que sois Dios.
(De "La niñez de san Isidro")
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