Mis ojos, mis pobres ojos
que acaban de despertar
los hiciste para ver,
no solo para llorar.
Haz que sepa adivinar
entre las sombras la luz,
que nunca me ciegue el mal
ni olvide que existes Tú.
Que cuando llegue el dolor,
que yo sé que llegará,
no se me enturbie el amor,
ni se me nuble la paz.
Sostén ahora mi fe,
pues cuando llegue a tu hogar,
con mis ojos te veré
y mi llanto cesará.
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