Señora y Madre nuestra, Virgen de la Victoria. Somos peregrinos de los caminos de la vida. Como Tú, que fuiste un día peregrina por las tierras de Egipto llevando en tus brazos a Jesús y en tu corazón una inmensa esperanza, haz que esta santa virtud no desaparezca nunca de nuestra vida y que sepamos ver, a través de la oscuridad, las dificultades y dolores, la voluntad amorosa del Padre. Que nuestro amor por Ti, Virgen de la Victoria, nos lleve a albergar la misma esperanza que guardabas en tu corazón.
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