Santa Columba —Santa Comba— virgen y mártir (17 de septiembre)
Elogio del Martirologio Romano:
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santa Columba, virgen y mártir, que en la persecución desencadenada por los árabes confesó espontáneamente su fe ante el juez y demás magistrados, por lo que fue degollada frente a las puertas del palacio (853).
NOTICIAS DE SU VIDA Y MARTIRIO.
Cuenta extensamente su vida san Eulogio de Córdoba en el c. 10 del libro III del Memorial de los Santos. Nació en Córdoba hacia el año 823. Pertenecía a una familia muy religiosa. Su hermano Martín era el abad del doble monasterio de Tábanos, fundado por su hermana Isabel y por el marido de esta, el mártir san Jeremías. Ella también desde su adolescencia deseaba ingresar en él, pero su madre se oponía pues quería que la joven contrajera matrimonio y había visto con malos ojos el que su otra hija empleara en el monasterio toda su fortuna. Pero su madre no tardó en morir y pudo entonces Columba seguir su inclinación e ingresar en el monasterio de su hermana. Aquí, desprendida de todos los bienes de la tierra y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras, muy pronto se acreditó por sus virtudes y su ciencia religiosa, saltando su fama fuera del monasterio y siendo apreciada por la comunidad cristiana. San Eulogio alababa su intensa vida de oración y no duda en llamarla «perfecta en la castidad, firme en la caridad, constante en la oración, pronta en obedecer, propensa a la misericordia, fácil en perdonar, pronta a la enseñanza, dispuesta a aprender». No le faltaron a la santa virgen las tentaciones interiores que superó con gran fortaleza, y de manera especial se dedicó a perfeccionarse en la virtud de la caridad. En su deseo de profundizar en la vida interior pidió y obtuvo licencia para vivir en una celda separada, llevando vida de eremita dentro del propio monasterio. Después volvió a integrarse en la comunidad, donde su ejemplo era de edificación para las demás religiosas. Como consecuencia de las medidas hostiles del emir Mohamed contra la Iglesia, las monjas de Tábanos hubieron de dejar su monasterio y refugiarse en una finca que tenían junto a la basílica de San Cipriano. Columba lamentaba aquel abandono de su monasterio y se afianzaba en su deseo de seguir a Cristo en todo, y fue entonces cuando concibió la idea de presentarse al martirio. Preguntando, pues no conocía bien las calles, llegó a la casa del cadí. Allí hizo pública profesión de fe cristiana y refutó la doctrina del Corán, rechazó expresamente a Mahoma. El cadí, admirado, la manda comparecer ante el consejo del juzgado, donde volvió a defender su fe, siendo refutada por el mismo. Ella les hizo ver que era inútil intentar disuadirla de su religión con promesas o amenazas. El juzgado la condenó a una muerte inmediata. La santa virgen fue decapitada en la plaza (17 de septiembre del 853). Su cuerpo, vestido con las ropas blancas que había llevado al martirio, fue colocado en una cesta y arrojado al Guadalquivir. Lo rescataron unos monjes, que le dieron sepultura en la basílica de Santa Eulalia, en el barrio de Flagelas. San Eulogio concluye la relación del martirio con una ardiente oración a la virgen y mártir.
HIMNO
Palabra del Señor ya rubricada es la vida de la mártir ofrecida como una prueba fiel de que la espada no puede ya truncar la fe vivida. Fuente de fe y de luz es su memoria, coraje para el justo en la batalla del bien, de la verdad, siempre victoria que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla. Martirio es el dolor de cada día, si en Cristo y con amor es aceptado, fuego lento de amor que, en la alegría de servir al Señor, es consumado. Concédenos, oh Padre, sin medida, y Tú, Señor Jesús crucificado, el fuego del Espíritu de vida para vivir el don que nos ha dado.
ORACIÓN
Padre nuestro del cielo, que hoy nos alegras con la fiesta anual de santa Columba, concédenos la ayuda de sus méritos a los que hemos sido iluminados con el ejemplo de su virginidad y de su fortaleza. Por J.N.S.
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