Bienaventurada santa Rosalía, protectora nuestra, ejemplar de penitencia y mortificación, conservada como rosa fragante en las ásperas grutas del monte Peregrino en la contemplación de los misterios de la Pasión y muerte de tu esposo Jesús, a quien viste sorprendida coronado de espinas en el espejo donde esperabas ver tu hermosura; por el favor que Dios ha hecho contigo dándote poder contra las pestes y epidemias, como médica celestial de tus devotos; te pedimos nos libres del contagio venenoso del pecado mortal y nos alcances del Señor perdón de todas nuestras culpas, preservación de la virtud y la gracia para amar y servir a Dios en vida, a fin de alabarlo para siempre en la celestial Patria. Amén.
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