¡Oh dulcísimo Salvador de las almas! que abrasado tu divino pecho en el fuego del más encendido amor de Dios y del hombre, adornaste al glorioso san Marcelo con tan celestial virtud y con tal ardor y eficacia que ni el temor de la muerte, ni la ternura de sus hijos, ni las caricias de su santa esposa pudieron enflaquecer en lo más mínimo la dulce llama de tu amor siempre encendida en el altar místico de su corazón: te suplico, Soberano Señor, que por los méritos de tan glorioso mártir comuniques a mi helada voluntad una chispa de tu Santo amor para que todas mis acciones, palabras y pensamientos sean agradables a tus divinos ojos, y que enamorado mi corazón con los dulces atractivos de tan hermosa virtud, ocupe toda mi vida en obras santas y piadosas, acreditando así que te amo sobre todo lo creado, y merezca por último conseguir el favor que te pido ahora, si es para tu mayor gloria y bien de mi alma, hasta unirme con los indisolubles lazos de tu santo amor en la Gloria. Amén.
(Hacer la petición)
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