Buenos días. Hoy nos habla Cristo de un problema; no basta tener fe y ser buena persona: en nuestra alma, si no habita Dios, los demonios de muchas pasiones se encargan de ocuparla. Por eso hay que barrer la casa, pero también debemos habitarla con el Espíritu Santo. Seamos buenos y confiemos siempre en Dios.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 15-26
Señor Jesús, ahora que la semana de trabajo va llegando a su fin, queremos agradecerte ¡tantas cosas! Sabemos que el que no recoge contigo, desparrama. Pero también sabemos por experiencia que el que se fía de Ti y te sigue es testigo de que todo se multiplica, de que a tu paso despunta la vida, de que Tú haces nuevas las cosas, de que en Ti, sólo en Ti, es posible vivir agradecido y verdaderamente feliz.
Por eso hoy, Señor Jesús, te decimos:
– gracias por estos días de trabajo y compromiso.
– gracias por habernos llamado a trabajar en tu mies.
– gracias por tantas oportunidades, por tantos encuentros, por tanta vida.
– gracias por haber podido estar cerca de los nuestros, por haber acompañado a los enfermos, haber animado a los que están pasando por la noche de su vida y cuidando a los que han visto marchar a los que más querían.
– gracias por las amistades, por las personas a las que queremos y por todas esas personas que incondicionalmente nos quieren, siempre.
– gracias por haber servido a los otros, especialmente a los que más nos cuesta acompañar, a los que no entienden por qué les servimos, a los que aún no han tenido la fortuna de descubrirte.
– gracias por cada segundo en el que hemos pensado en Ti, en el que hemos hecho el bien, en el que hemos sembrado la paz.
– gracias porque con tu poder hemos sanado, hemos disipado el odio, hemos aunado criterios, hemos pacificado y abrazado a los que buscan siempre la contienda y el enfrentamiento.
– gracias por nuestros padres, por nuestros hermanos, por nuestras parejas, por nuestros hijos y por todos sus sueños y proyectos.
– gracias por todas aquellas personas que nos han acercado más a Ti, de modo especial por tantas y tantos catequistas, voluntarios, religiosos, religiosas, consagrados, sacerdotes y laicos que son siempre para nosotros sacramento tuyo.
– gracias por todo, por tanto, siempre.
Señor Jesús, gracias un día más por la vida. Que nunca dejemos de agradecerte tanto bien recibido, cuando nos va bien y sobre todo cuando la vida requiere fortaleza y energía especial para seguir adelante. Aunque a veces nos cueste agradecer, gracias.
Así te lo pido. Así sea.
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