Buenos días. Hoy celebramos la memoria de nuestros fieles difuntos. Y la Iglesia nos propone lecturas que nos ayuden a comprender que la muerte es parte de la vida, pero también nos anima a trabajar día a día por llegar a vivir la felicidad eterna. Lo más grande de esta memoria es que nos ayuda a descubrir que la Iglesia del Cielo y de la Tierra están unidas por Cristo y por esto es tan importante ofrecer la eucaristía por nuestros difuntos, porque los sigue enriqueciendo y nos une a todos a través de la comunión. Seamos buenos y confiemos en Dios, que quiere nuestra salvación.
Primera lectura Lam 3, 17-26
Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor
Lectura del libro de las Lamentaciones
He perdido la paz, me he olvidado de la dicha; me dije: «Ha sucumbido mi esplendor y mi esperanza en el Señor».
Recordar mi aflicción y mi vida errante es ajenjo y veneno; no dejo de pensar en ello, estoy desolado; hay algo que traigo a la memoria, por eso esperaré: Que no se agota la bondad del Señor, no se acaba su misericordia; se renuevan cada mañana, ¡qué grande es tu fidelidad!; me digo: «¡Mi lote es el Señor, por eso esperaré en él!».
El Señor es bueno para quien espera en él, para quien lo busca; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 129, 1b-2. 3-4. 5-6. 7. 8 (R.: 1b; cf. 5)
R. Desde lo hondo a ti grito, Señor
V. Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
R. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor.
R. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
V. Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
R. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
V. Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa.
R. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
V. Y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
R. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
Segunda lectura Rom 6, 3-9
Andemos en una vida nueva
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
Hermanos:
¿Sabéis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte?
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Pues si hemos sido incorporados a él en una muerte como la suya, lo seremos también en una resurrección como la suya; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo, para que fuera destruido el cuerpo de pecado, y, de este modo, nosotros dejáramos de servir al pecado; porque quien muere ha quedado libre del pecado.
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.
Palabra de Dios.
Evangelio Jn 14, 1-6
En la casa de mi Padre hay muchas moradas
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».
Palabra del Señor.
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