¡Oh Dios!, que adornaste al bienaventurado Francisco, fundador de una nueva Orden, con el afán de la oración y el amor a la penitencia: da a tus siervos, que de tal manera se aprovechen de sus ejemplos que, orando continuamente y reduciendo a servidumbre su cuerpo, merezcan obtener la gloria del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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