Glorioso Santo, que por vuestra gran caridad para con los pobres enfermos merecisteis que el Señor os concediera poder sobrehumano en toda especie de contagio y epidemia prometiendo oír vuestras súplicas cuando se las ofrezcáis en favor de los que se hallen atribulados, imploro vuestra protección en favor de los que se encuentran atacados de la epidemia que Dios se ha servido mandar a nuestro suelo, para que los libre de la peste y de las tristes consecuencias que lleva consigo este terrible castigo del cielo.
Implorad el perdón a los que siendo víctimas de él comparecen ante el acatamiento de Dios para ser juzgados; y por la memoria de vuestros méritos pedid que les sean perdonadas las culpas y penas.
A los que no han experimentado la triste prueba del castigo de Dios, libradlos de él por vuestra piadosa mediación.
Oh Santo glorioso, alcanzadme que se haga en mí la voluntad divina, de tal suerte que si me acomete la enfermedad la reciba como dádiva del cielo, y si me veo libre de ella, dé gracias a Dios por tan singular merced; y sobre todo conseguidme que por vuestro favor logre yo amar a Dios en el mundo para gozarle con vos en la gloria. Amén.
(Del "Devocionario Manual arreglado por algunos padres de la Compañía de Jesús". Bilbao, 1893)
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