A ti acudo, san José, Patrono de los moribundos; a ti, en cuyo tránsito estuvieron solícitos Jesús y María; por estas dos carísimas prendas te encomiendo encarecidamente el alma de este tu siervo(a) N., que lucha en la última agonía; para que por tu protección sea libre de las asechanzas del diablo y de la muerte perdurable, y merezca llegar a los goces eternos. Por el mismo Cristo, nuestro Señor. Amén.
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