Hoy sábado por la mañana la Iglesia nos está preparando para entender por qué los fariseos quieren capturar a Jesús. La gente del pueblo, sencilla de corazón y deseosa de Dios en sus vidas, escucha a Jesús y lo consideran el Mesías. Pero los fariseos, que son los entendidos de la la Ley, cierran el corazón y se agarran a la literalidad de las Escrituras: "De Galilea no surgen profetas". Sin escucharlo, dice Nicodemo, cómo podemos juzgar. Pidamos hoy a Dios que nos ayude a no juzgar a nadie por su apariencia o procedencia; Dios es capaz de hacer hijos suyos hasta de las piedras, sólo tenemos que tener en cuenta sus palabras y obras para saber si viene de Dios. Seamos buenos y confiemos en Dios, que nos juzga según la inocencia de nuestro corazón.
Lectura del libro de Jeremías 11, 18-20
El Señor me instruyó, y comprendí, me explicó todas sus intrigas. Yo, como manso cordero, era llevado al matadero; desconocía los planes que estaban urdiendo contra mí: «Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos, que jamás se pronuncie su nombre».
Señor del universo, que juzgas rectamente, que examinas las entrañas y el corazón, deja que yo pueda ver cómo te vengas de ellos, pues a ti he confiado mi causa.
Salmo 7, 2-3. 9bc-10. 11-12 R/. Señor, Dios mío, a ti me acojo
Señor, Dios mío, a ti me acojo, líbrame de mis perseguidores y sálvame; que no me atrapen como leones y me desgarren sin remedio. R/.
Júzgame, Señor, según mi justicia, según la inocencia que hay en mí. Cese la maldad de los culpables, y apoya tú al inocente, tú que sondeas el corazón y las entrañas, tú, el Dios justo. R/.
Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón. Dios es un juez justo, Dios amenaza cada día. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan 7, 40-53
En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Este es de verdad el profeta». Otros decían: «Este es el Mesías». Pero otros decían: «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?». Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído?». Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre». Los fariseos les replicaron: «También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos». Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?». Ellos le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas». Y se volvieron cada uno a su casa.
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