viernes, 28 de junio de 2019

DIOS

Fénelon, el virtuoso y sabio sacerdote francés que acabó sus días siendo arzobispo de Cambray, fue en un tiempo preceptor del duque de Borgoña, hijo de Luis XV.
Un día, queriendo dar a su discípulo una lección práctica sobre la existencia de Dios, mandó colocar un reloj en el jardín.
A la mañana siguiente el duque, al ver el reloj, preguntó:
- ¿Quién lo ha colocado aquí?
- Nadie lo trajo -respondió Fénelon sonriendo, nadie hizo sus piezas, nadie lo echó a andar... El reloj se hizo solo y comenzó a andar solo.
- Eso es imposible -exclamó el duque-, alguien tuvo que hacer las piezas, alguien tuvo que colocarlas y alguien tuvo que echar a andar el reloj.
Sonrió Fénelon de nuevo y dijo a su discípulo:
- Pues de la misma manera que es imposible que el reloj se haya hecho solo y que las piezas se colocasen por sí mismas y comenzaran a moverse, también es imposible que todas las cosas que ves se hayan hecho solas y que los millares de astros que se mueven por el espacio infinito hayan comenzado a moverse por sí solos. Todas las cosas que ves tienen un Autor: Dios. Y el movimiento de los astros ha tenido un Ordenador: Dios.

Dios es nuestro Padre que está en los cielos, Creador y Señor de todas las cosas, que premia a los buenos y castiga a los malos.
Dios no tiene cuerpo, es espíritu. Por eso no lo podemos conocer mediante los sentidos. Nuestra alma es espíritu y los ángeles también son espíritus; pero Dios es un espíritu purísimo porque es más perfecto que las almas y los ángeles.
Dios es infinitamente perfecto porque posee todas las perfecciones, no de una manera limitada, como las criaturas, sino sin número ni medida. Entre estas perfecciones citaremos las siguientes:
Dios es eterno, pues existió y existirá siempre.
Dios es omnipotente. Puede hacer todo cuanto quiere.
Dios es inmenso. Está en los cielos, en la tierra y en todas partes.
Dios lo ve todo, tanto lo presente como lo pasado y lo futuro.
Dios es providente, es decir, gobierna y cuida a sus criaturas.
Dios es infinitamente santo, sabio, justo, bueno y misericordioso.

Puesto que Dios lo ve todo y lo sabe todo, hagamos siempre el bien y evitemos el mal.

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