domingo, 16 de junio de 2019

EL JILGUERO (Madame des Houlieres)

Las rutas más floridas del amor están sembradas de amargura. Madame des Houlieres, para hacer más sensible esta verdad, emplea una ficción ingeniosa y agradable. Finge que en un sueño creyó ver sobre unos mirtos floridos un pajarillo menor que los demás, cuya voz superaba a los más dulces ruiseñores, y que corrió mucho tiempo detrás de él sin poderlo pillar.

En fin, cuando no pudo resistirse
se rindió y lo cogí, cual fue mi intento.
Pero necia de mí, pues temí tanto
que se escapase, que lo entré en el seno.
¡Oh deplorable y pérfida aventura!
El pajarillo malicioso y fiero,
a quien antes juzgaba tan hermoso,
mudó en un punto su gracioso aspecto,
se volvió una serpiente muy horrible,
e incauto el corazón tomó alimento
de aquel mortal veneno que vertía.
Y así en vez de gustar de los contentos
e inocentes placeres y atractivos
con que su canto falso y lisonjero
había embriagado mis sentidos,
yo padecía el más cruel tormento.
El traidor no era dulce como antes,
y según sus caprichos tan diversos
turbaba mi razón y me angustiaba.
Con principios tan ásperos, yo viendo
que los placeres que gustar debía
se trocaban en penas y desvelos,
al instante renuncio una esperanza
quimérica y fatal con que el jilguero
quería un nuevo cebo presentarme,
y de un despecho de furores lleno
tomé prestada toda su violencia
y al impostor ahogué con ardimiento.


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