¿Por qué te empeñas en mí, Señor? Has puesto tu amor en esta pobre carne mía, esta débil carne pecadora, que no tiene vida excepto por tu gracia.
Completa tu obra, Señor, y así como Tú me has amado desde el principio, haz que yo te ame hasta el final.
Condúceme, cariñoso resplandor en medio de la penumbra que me rodea, guíame.
Si caigo enfermo, que mi enfermedad sea para tu servicio. Si estoy confuso, que mi confusión sea para servirte.
Puedes llevarte a mis amigos. Puedes arrojarme entre extraños. Tú sabes por qué lo haces.
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