¡Oh José poderoso! Ya sabemos que muy grande es tu gloria, y por lo tanto no dudamos un punto que tu poder e influencia serán extraordinarios; y como a estos va en zaga el amor especial que nos profesas, de aquí deducimos que no seremos desatendidos si en tus plantas en busca de socorro nos postramos. Tanto más cuanto que el mismo Dios a ti nos envía exclamando, cual Faraón, al exponerle nuestras cuitas: id a José. Sí, a ti iremos siempre, pues, como dice Santa Teresa, a ti el Todopoderoso te nombró su ministro plenipotenciario y tesorero general, para consuelo y alivio de todas las almas, sean cuales fueran sus necesidades. Muchas son las nuestras y, por esto, cada día te suplicamos atiendas a nuestras querellantes voces.
JACULATORIA. Anímanos para que sin reparos sepamos acudir a ti y pedirte lo que más nos convenga. Amén.
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