domingo, 2 de junio de 2019

EL CENTURIÓN (Corale di Palmi)

Era un día en que un hombre fue al encuentro de Jesús. Era un hombre extranjero que vivía allá abajo, muy amado de todos por sus virtudes.
-He escuchado hablar mucho de Ti. Hay un siervo mío que se muere y yo sé que no hay nadie que pueda salvarlo fuera de Ti. Yo te suplico, Señor, no entres en mí porque sé que mi corazón no es digno de Ti. Pero con una palabra estoy seguro, Señor, que Tú podrás sanar a mi servidor. Porque yo también soy un hombre y sé cómo se hace y si digo a un soldado "debes ir" él va y a un siervo mío "haz esto" y él también lo hace.
- No existe en Israel una fe como esta -dijo entonces el Señor volviéndose a quienes estaban allí escuchando. Y el siervo sanó.
- Yo te suplico, Señor, no entres en mí, porque sé que mi corazón no es digno de Ti. Pero con una palabra estoy seguro, Señor, que Tú podrás sanar a mi servidor. Yo te suplico, oh Señor, entra dentro de mi corazón, porque no tengo a nadie fuera de Ti que me sepa entender, que me pueda sanar. Haz que crezca cada día mi fe por Ti. Yo te suplico, Señor, no entres en mí, porque sé que mi corazón no es digno de Ti. Pero con una palabra estoy seguro, Señor, que Tú podrás sanar a mi servidor. Yo te suplico, oh Señor, entra dentro de mi corazón, porque no tengo a nadie fuera de Ti que me sepa entender, que me pueda sanar. Haz que crezca cada día mi fe por Ti.


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