A un ateniense chistoso,
que picaba de adivino,
se le acercó otro ladino,
y con aire jactancioso,
mostrando el puño cerrado,
le dijo: -Si eres experto,
responde, ¿está vivo o muerto
este pájaro? -¡Menguado
-repuso el otro festivo-,
estará como tú quieras:
estará de ambas maneras
en tu mano, muerto o vivo!
Si digo que muerto está,
con solo abrir tú la mano
saldrá el pajarillo ufano
y volando escapará.
Y perderé de igual suerte
que está vivo asegurando,
pues al cautivo apretando
le darás segura muerte.
Si los padres esto oyeran,
fijáranlo en la memoria:
Los hijos, dice esta historia,
han de ser lo que ellos quieran.
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