Cuando contento te sientas
y te invada la alegría,
a Dios dale las gracias
y reza un Ave María.
Cuando se nublen tus ojos
por el llanto todo el día,
calma tus sufrimientos:
reza un Ave María.
Cuando negros nubarrones
alejen de ti la alegría,
recuerda tus oraciones
y reza un Ave María.
Cuando en todo bien te vaya
y la vida te sonría,
haz una cosa sabia:
reza un Ave María.
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