lunes, 11 de julio de 2022

MARTIRIO DE SANTA MARCIANA

Santa Marciana, originaria de "Rusuccur" (actualmente Tigzirt), en Mauritania, abandonó valientemente todas las ventajas que procura el mundo para ir a encerrarse en una celda en Cesarea y guardar intacta su virginidad, bajo la mirada de Dios.  Sin embargo, ella creyó que era su deber declarar la guerra a la idolatría que entonces reinaba en África. Un día, al atravesar la plaza pública, no pudo soportar ver expuesta una estatua de Diana y le rompió la cabeza. La apresaron, la golpearon con varas y la condenaron a morir en el anfiteatro, desgarrada por los dientes de las fieras. Cuando esperaba este último suplicio, la desnudaron y la entregaron a los gladiadores para que la violaran e hicieran con ella lo que quisieran, pero Dios no permitió esta infamia y  los gladiadores no fueron capaces de tocarla porque fueron superados por un temor que inhibe cualquier movimiento.​ Durante este tiempo (al parecer por tres horas​) Marciana oró por la salvación de los gladiadores y uno de ellos incluso se convirtió al cristianismo.

Cuando noticias de este frustrado castigo llegaron al magistrado imperial, estaba perplejo pero él intentaba castigar a Marciana. Por lo tanto, la condenó a ser asesinada en el anfiteatro por un león salvaje, que solo llegó a tocar el pecho de Marciana y luego se retiró, inmovilizado por una fuerza imprevista.​ Ser testigos de esta escena milagrosa, muchos en la multitud fueron sorprendidos y gritaron para el lanzamiento de Marciana.​ Pero se dice que un grupo de judíos que deseaban ver la destrucción de los cristianos irritó a la multitud y pidió un toro salvaje para ser traído a la arena.​ Un toro atacó a Marciana y perforó su pecho con sus cuernos, liberando tanta sangre que Marciana fue retirada temporalmente del anfiteatro para detener el sangrado.​ Sin embargo, el magistrado ordenó que Marciana fuese devuelta a la arena. Se dice que Marciana volvió valientemente a la arena y rezó:

"Oh Cristo, adoro y te amo. Estaba conmigo en la cárcel y me mantuvo pura. Ahora Tú me llamas - oh mi divino Maestro - y voy feliz a Ti. Recibe mi alma.​" 

Después de esta oración, un leopardo fue lanzado en el anfiteatro y destrozó a Marciana a la muerte.​ A través de su muerte santa Marciana recibió el martirio.

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