Boris desde pequeño fue muy piadoso y pensó ser monje pero, siguiendo el consejo de su padre, se casó siendo joven. Era gobernador de la ciudad de Rostov mientras que Gleb lo era de la ciudad de Murom.
Los dos hermanos no buscaron la muerte ni murieron por causa de su fe sino por intereses políticos del hermano mayor. Pero ante la muerte los dos hermanos libremente optaron por actuar como cristianos, no devolvieron mal por mal sino que optaron por el perdón y la confianza en Dios.
El pueblo ruso, recién convertido al cristianismo, quedó profundamente impresionado con la conducta cristiana de los dos jóvenes príncipes que se unieron a la pasión de Cristo. Para ellos el ejemplo de Boris y Gleb fue una maravillosa enseñanza de cómo vivir el cristianismo y del poder que Dios otorga para lograrlo. "Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen".
Fueron canonizados (reconocimiento del culto) en 1724 por el papa Benedicto XIII.
Los hermanos se amaban y sobre todo amaban a Dios. Pero tenían un hermano mayor, Svyatopolk, que era sanguinario y se reveló sin éxito contra su padre. Este le perdonó pero el joven no cambió de corazón. Una vez muerto su padre decidió matar a sus hermanos para obtener poder absoluto. Boris se enteró y se enfrentó con un dilema: ¿cómo debe actuar un cristiano en esta circunstancia? Recordó las palabras del Nuevo Testamento: "Si un hombre dice amar a Dios pero odia a su hermano, es un mentiroso" Después de una difícil lucha interna, decidió no presentar resistencia. Boris despidió a sus hombres y se quedó solo con un sirviente junto al río Alta para esperar a los asesinos. Pasó su última noche en lágrimas y oración, confortado por los Salmos y los Evangelios. Recordó también cómo santa Bárbara fue asesinada por su propio padre. En la mañana entraron los asesinos a su tienda y lo hirieron. Boris pidió que le dejaran vivir un momento más para finalizar su oración. Entonces se ofreció como cordero de sacrificio diciendo: "Dense prisa en completar su trabajo y que la paz sea con mi hermano Svyatopolk y con ustedes mis hermanos".
El príncipe Gleb, unos años más joven que Boris, fue asesinado más tarde en el río Dnieper. Al principio pidió que no le matasen, pero al fin aceptó su destino con paz y dijo a los asesinos: "Si desean saciar su sed con mi sangre, me entrego a ustedes, mis hermanos, y a mi hermano, mi príncipe". Proclamó entonces que la muerte es el nacimiento a una vida nueva.Los dos hermanos no buscaron la muerte ni murieron por causa de su fe sino por intereses políticos del hermano mayor. Pero ante la muerte los dos hermanos libremente optaron por actuar como cristianos, no devolvieron mal por mal sino que optaron por el perdón y la confianza en Dios.
El pueblo ruso, recién convertido al cristianismo, quedó profundamente impresionado con la conducta cristiana de los dos jóvenes príncipes que se unieron a la pasión de Cristo. Para ellos el ejemplo de Boris y Gleb fue una maravillosa enseñanza de cómo vivir el cristianismo y del poder que Dios otorga para lograrlo. "Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen".
Fueron canonizados (reconocimiento del culto) en 1724 por el papa Benedicto XIII.
24 DE JULIO: SAN BORIS Y SAN GLEB
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