domingo, 10 de julio de 2022

SANTAS RUFINA Y SEGUNDA, MÁRTIRES


Según las actas conservadas, Santa Rufina y Santa Segunda eran dos hermanas cristianas oriundas de 
Roma, hijas de Aurelia​ y Asterio, hombre de rango senatorial que las prometió a dos jóvenes también cristianos, Armentario y Verino. Cuando el emperador Valeriano promulgó en 257 el primero de sus dos edictos contra el cristianismo, ambos hombres renegaron de su fe y trataron de convencer a las hermanas de seguir su ejemplo, pero ambas se negaron y optaron por huir. Denunciadas por sus antiguos prometidos, Rufina y Segunda fueron capturadas por los hombres de Arcesilao. no muy lejos de la ciudad, y conducidas ante el prefecto Junio Donato, quien ordenó encarcelarlas en celdas separadas con el fin de hacerlas apostatar. Al tercer día, el prefecto habló con Rufina y trató de convencerla, sin éxito, de renegar de Cristo, tras lo cual ordenó azotarla​ y traer a Segunda para ser testigo del tormento de su hermana. Esta, indignada al ver el suplicio al que era sometida Rufina, declaró: «¿Por qué juzgáis a mi hermana por honrar y a mí por deshonrar? Alegraos de golpearnos a las dos juntas, porque declaramos que Cristo es Dios».​ El prefecto ordenó entonces que ambas fuesen encerradas en una oscura celda y que en ella se levantase humo de estiércol, aunque el humo terminó despidiendo olor a ámbar, mientras que la oscuridad de la celda se volvió claridad. Debido a su negativa a apostatar, las hermanas fueron entonces sometidas a diversos tormentos; en primer lugar fueron introducidas en una tina llena de óleo y quemadas durante dos horas, no sufriendo daño alguno; seguidamente, el prefecto ordenó que a las mártires se les atasen pesadas piedras al cuello y fuesen a continuación arrojadas al Tíber, en cuyas aguas las hermanas permanecieron media hora sin hundirse hasta que las olas las devolvieron a la orilla con la ropa completamente seca​ (también se afirma que un ángel las liberó y las condujo a la orilla). Tras ser sometidas a estos suplicios, el prefecto, dudando si eran hechiceras o santas, las entregó de nuevo a Arcesilao para que él mismo decidiese si eran ejecutadas o puestas en libertad, siendo las hermanas condenadas a morir decapitadas. Conducidas el 10 de julio de 257 por el propio Arcesilao a un bosque llamado Silva Nigra (Bosque Negro),​ a lo largo de la Via Cornelia, las mártires fueron decapitadas, aunque también se afirma que solo Rufina murió de esta forma, mientras que Segunda habría sido golpeada hasta la muerte,​ siendo sus cuerpos abandonados para que sirviesen de alimento a los lobos, aunque una matrona llamada Plautilla, dueña de las tierras donde ambas murieron, les dio sepultura y se convirtió al cristianismo tras ver a las hermanas en un sueño, en el cual ambas le indicaron el lugar del martirio además de instarla a convertirse.



ORACIÓN

Padre nuestro del cielo, que hoy nos alegras con la fiesta de las santas Rufina y Segunda, concédenos la ayuda de sus méritos a los que hemos sido iluminados por el ejemplo de su virginidad y de su martirio. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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