Larga ha sido la lucha. En este mundo
pálida sombra soy de lo que fui;
¡sácame de este piélago profundo!
¡Señor, llámame a ti!
Tristes mis horas son, negros mis días,
me arrastro en la vejez y en el dolor:
¿Por qué de tu presencia me desvías?
¡Llámame a ti, Señor!
¡Llámame a ti, Señor!
Envuelven ya las nubes del olvido
los recuerdos del tiempo en que viví;
viajero por la noche sorprendido,
¡Señor, llámame a ti!
De la amarga vejez en el remanso,
sin más luz en la tierra que tu amor,
tranquilo espero mi final descanso.
¡Llámame a ti, Señor!
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