Tu altísima dignidad de Padre putativo de mi amado Jesús hace que nada se te niegue de cuanto pidas en el cielo.
Sé mi abogado, especialmente en la hora de mi muerte, y alcánzame la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor. Amén.
JACULATORIA: Bondadoso San José, Esposo de María, protégenos, defiende a la Iglesia y al Papa Francisco, y ampara a mis parientes y amigos.
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