"¡Bendito el que viene en nombre del Señor!" (Lc 13,31-35)
Bendito el que se levanta con voluntad de hacer el bien sin mirar a quién.
Bendito el que dibuja una sonrisa para los otros, aunque por dentro no esté para muchas historias.
Bendito el que desea un buen día a sus compañeros.
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Bendito el que abraza de corazón al encontrarse con aquellos a los que ama.
Bendito el que ve más allá de las apariencias.
Bendito el que no juzga ni murmura acerca de los otros.
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Bendito el que comienza el nuevo día poniéndose en la presencia del Señor.
Bendito el que escucha a los otros con el corazón.
Bendito el que tiene puestas todas sus esperanzas en el Señor.
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Bendito el que se sabe sanado y salvado por la entrañable misericordia de Dios.
Bendito el que hoy le dedicará tiempo al inoportuno, al último, al que no es su preferido y al que no piensa como él.
Bendito el que todo lo que tiene lo pone a disposición de los demás.
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Benditos los que rezan por aquellos por los que nadie reza.
Benditos los que hoy serán justos al estilo de Jesús.
Benditos los que hoy mirarán con misericordia a los otros.
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Benditos los que hoy aligerarán la carga de otros poniendo sus hombros.
Benditos los que hoy cuidarán de manera especial a los más vulnerables.
Benditos los que hoy anunciarán el Evangelio de la alegría.
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Benditos los que hoy levantarán las palmas de sus manos y dejarán que el Señor haga de ellos bendición para los demás.
Benditos los que hoy trabajarán por la paz.
Benditos los que hoy harán felices a los demás.
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Bendito el que venga en nombre del Señor.
Así lo necesitamos. Así te lo pido. Así sea.
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