Dios y Señor de los mansos, a quienes prometes la quieta y segura posesión de la tierra de los vivientes, mira a tu siervo san Saturio, cuyo corazón inalterable nunca padeció las inquietudes de la ira; concédeme un corazón manso, superior a todos los acaecimientos adversos, para que así merezca tener parte en la tierra prometida, y la gracia que aquí te pido (hacer la petición), a mayor honra y gloria tuya. Amén.
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