"Estad preparados" (Lc 12, 39-48)
Señor Jesús, ya me conoces, ya sabes de lo que soy capaz, antes de que la palabra llegue a mis labios tú ya la conoces y todas mis acciones te son familiares. Por eso, porque me conoces mejor que yo a mí mismo, te pido en esta nueva jornada que me prepares.
Señor Jesús, prepara mi corazón. Dale forma. Acompasa mis latidos a los tuyos. Haz que sienta lo que Tú sientes. Haz que me apasione lo que a Ti te apasiona. Haz que mis entrañas experimenten tu misericordia. Acaricia mi corazón. Mece mi corazón con tu palabra. Hazle rebosar de ese amor que todo lo transforma y lo hace bonito.
Señor Jesús, prepara mi mente. Que mis pensamientos sean los tuyos. Dame sentido y conocimiento para poder vivir fiel a tu proyecto. Dame la gracia de comprender con hondura y profundidad lo que quieres de mí, lo que quieres que yo quiera. Hazme entender qué significa que tu palabra es mi vida entera.
Señor Jesús, prepara mis manos y mis pies. Haz que salte de alegría y vaya hacia los otros. Hazme juglar, profeta y comprometido. Hazme solidario. Hazme servicial y entregado. Hazme rebelde en fidelidad y en la tarea, constante y siempre dispuesto. Envíame. Cuenta conmigo. Quédate cerca.
Así te lo pido. Así sea.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 39-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?». Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas? Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles. El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos. Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».
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