"«Alégrate, el Señor está contigo»" (Lc 1,26-38)
Señor Jesús, gracias. Gracias por recordarme que por tu Gracia vivo alegre, que tengo muchas más razones para la alegría que para la queja y la tristeza. Gracias porque de Ti voy aprendiendo día a día que la verdadera alegría no siempre significa estar bien todo el tiempo y en todo lugar. La verdadera alegría procede de Ti y en Ti tiene su origen y fundamento.
Señor Jesús, si Tú estás conmigo, qué podré temer, qué duda será más grande que tu amor por mí, qué palabra tuya no entenderé, qué enemigo será más fuerte que mi sentirme refugiado en Ti, qué herida será más hiriente que el ungüento de tu ternura, qué dolor será más fuerte que tu bendición. Gracias, Señor, por ser el motivo de mi alegría, qué suerte saber que te tengo siempre cerca, en mí.
Señor Jesús, estás conmigo. Ayúdame a contarte a los demás. Ayúdame a dar testimonio de mi amistad contigo. Ayúdame a vivirlo todo desde tu alegría. Ayúdame a ser fiel a tu llamada. Ayúdame a salir de mí para que al encontrar a los otros te encuentren en mi alegría. Haz que comparta con todos el don de ser discípulo tuyo. Dibuja en mí esa sonrisa que lo cambia todo.
Así te lo pido. Así sea.
Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, "porque para Dios nada hay imposible"».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
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