¡Querido Jesús, ayúdame! Me estoy ahogando en lágrimas de dolor. Mi corazón está confundido. No sé en quién puedo confiar. Por favor, lléname con tu Santo Espíritu, para que yo pueda escoger el camino correcto a tu Reino. Ayúdame, querido Jesús, a siempre permanecer fiel a tu Palabra y nunca desviarme de lo que Tú nos enseñaste. Jesús, Tú eres el Camino. Muéstrame el Camino. Abrázame y llévame en tu trayecto de gran Misericordia. Amén.
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