sábado, 29 de octubre de 2022

SANTA HERMELINDA DE BRABANTE

Hermelinda fue una reclusa de finales del siglo VI que perteneció a una familia noble de Lovaina, emparentada con el Beato Pipino de Landen (21 de febrero), cabeza de la realeza francesa. Sus padres se llamaron Ermenoldus y Ermesendis. Desde su infancia destacó por su vida piadosa, aprendiendo los salmos de memoria, para repetirlos constantemente, uno tras otro. Sus padres planearon para ella un matrimonio ventajoso, pero al llegar a la mayoría de edad, Hermelinda les planteó que quería quedar virgen y vivir en soledad. Su padre accedió y le donó un terreno cerca de su pueblo natal, aunque allí no estaba a gusto en su soledad, por la cercanía de la gente.

Dos jóvenes nobles se pudieron de acuerdo para violarla, atraídos por su belleza. Sobornaron al sacristán de la iglesia para que les propiciara el encuentro, pero un ángel avisó a Hermelinda de que huyera de allí, si quería mantener el tesoro sagrado de su castidad. Ella buscó refugio en Meldert, Brabante, en medio de la soledad de una cueva. Aún así pronto fue conocida y tenida por santa, llegando a ser consultada por el mismo clero y nobles. Ayunaba permanentemente y vivía en constante oración y penitencia.

Murió a los 47 años, pero nadie supo nada de su cuerpo hasta que muchos años más tarde pasó por allí un viajante, que vio unos resplandores entre los árboles, fenómeno que cesó al salir el sol, pero se mantuvo un agradable y desconocido aroma. A la noche siguiente regresó al mismo sitio, con la esperanza de que se repitieran los signos, como sucedió. Vendió todas sus propiedades y construyó una ermita para dedicarse a la oración y la penitencia. 

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