lunes, 3 de octubre de 2022

MEDITACIÓN LUNES XXVII TIEMPO ORDINARIO C (P. Damián Ramírez)


"Y lo cuidó" 

Señor Jesús, comienzo esta nueva semana, esta nueva oportunidad de vivir y de vivirlo todo en tu nombre, y lo hago iluminado por este Evangelio tan sugerente, tan de síntesis y tan comprometido. Y en él resuena dentro de mí, de modo especial, ese "y lo cuidó". Así me gustaría vivir a mí: cuidando de los demás, estar pendiente de los detalles, no pensar nunca que alguien se ocupará de aquello de lo que me puedo yo ocupar. 

Señor Jesús, haz que hoy me haga cargo de aquello que suceda, que no sea indiferente a la realidad, sea cual sea. Que mire de frente a los otros y sea capaz de atenderles con lo que soy y tengo. Ayúdame a vivir esta jornada despierto y vigilante. 

Señor Jesús, dame las fuerzas necesarias para cargar con la realidad propia y ajena. Que después de hacerme cargo de lo que acontece tenga valor para cargar sobre mí aquello de lo que quieres que yo me encargue en tu nombre. 

Señor Jesús, que hoy me encargue de cuidar a los demás. Que mi cuidado hable de sensibilidad, de cercanía, de paciencia, de empatía y de ternura. Que mi cuidado hable de Ti. Que mi cuidar sea desde el servir y el amar sin condiciones. Que mi cuidar lo sea a tu modo: dejando lo mío, sanando heridas, preocupándome del después, en todo siendo gratuito y prójimo. 

Así te lo pido. Así sea.



Lectura del santo evangelio según san Lucas 10,25-37

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».
El respondió:
«“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».
Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo:
“Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.
¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Él dijo:
«El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo: 
«Anda y haz tú lo mismo».





 

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