martes, 4 de octubre de 2022

MEDITACIÓN MARTES XXVII TIEMPO ORDINARIO C (P. Damián Ramírez)

"Andaba muy afanada con los muchos servicios" (Lc 10,38-42) 

Señor Jesús, hoy tu Iglesia y el orbe entero celebra la fiesta de uno de tus hijos insignes: hoy celebramos por todo lo alto la pequeñez y minoridad de nuestro hermano san Francisco. También él andaba afanado con los muchos servicios hasta que te descubrió vivo y verdadero en los otros, en los últimos, en los hermanos y en la Creación entera. Por él, te damos gracias. 

Señor Jesús, hoy celebramos la grandeza de lo diminuto, la fuerza de lo débil, la potencia de la conversión cuando Tú andas de por medio, la revolución de los cuidados tejidos de detalles y gestos cotidianos, la fraternidad inclusiva, la alegría verdadera porque es evangélica y la alabanza hecha poesía y canción. Haznos también a nosotros hijas e hijos como Francisco, simples, menores, hermanos. 

Señor Jesús, envíanos más Franciscos. Haznos cada día mas humildes, más sencillos y más Iglesia. Haznos más humanos. Verdaderamente humanos. Sencillamente humanos. Sagradamente humanos. Desapropiadamente humanos. Que seas para nosotros todo el bien, el sumo bien. Que seas para nosotros Dios hermano, Dios amigo, Dios alegre. 

Señor Jesús, que vivamos este día agradecidos por tanto como recibimos. Agradecidos por san Francisco, por su canto a la vida, a la familia humana y a la Creación toda. Haznos hermanos menores como él. 

Así te lo pedimos. Así sea.


Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».








 

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