"No tengáis miedo" (Lc 12,1-7)
Señor Jesús, tengo miedo. Miedo de perderme, miedo de no ser yo mismo, miedo de no saber qué he de hacer en cada momento, miedo de desviarme del camino recto, miedo de sustituirte por otros dioses más cómodos y manipulables, miedo de no escucharte o de escucharte e ignorar lo que quieres decirme. Gracias por decirme hoy que no tenga miedo.
Señor Jesús, tengo miedo. Miedo de no vivir en verdad, miedo de engañarme a mí mismo, miedo de hablar de Ti sin conocerte, miedo de dar muchos consejos que para mí no tengo, miedo de quedarme solo, miedo de no saber estar y acompañar a otros, miedo de no saber escuchar, miedo por no saber priorizar y priorizarte en mi vida. Gracias por decirme esta mañana que no tenga miedo.
Señor Jesús, tengo miedo. Miedo de no tener la palabra justa cuando corresponda, miedo de no vivir mi fe agradecido y comprometido, miedo de no ser libre, miedo de vivir a medio gas, miedo de no atreverme a decir sí a tus planes para conmigo, miedo a vivir con indiferencia las necesidades de los otros, miedo a alabarte con mis labios pero no con mi corazón, miedo de mi tener miedo. Gracias por decirme una jornada más que no tenga miedo, que Tú me quieres y que confías en mí.
No te canses de esperarme.
Así te lo pido. Así sea.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 1-7
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, pues nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al oído en las recámaras se pregonará desde la azotea.
A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la “gehenna”. A ese tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo de ellos se olvida Dios. Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros».
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