lunes, 3 de octubre de 2022

SAN EWALDO EL NEGRO Y SAN EWALDO EL BLANCO

San Wilbordo y sus once compañeros empezaron la evangelización de Frieslandia en el año 690. Poco después, dos sacerdotes de Nortumbría siguieron el ejemplo de los misioneros y partieron a predicar el Evangelio a los sajones de Westfalia. Ambos habían pasado algún tiempo en Irlanda dedicados a las ciencias sagradas y los dos se llamaban Ewaldo. Para distinguirlos, el pueblo los apodaba «el Rubio» y «el Moreno» (o más bien «el Blanco» y «el Negro»), por el color de sus cabellos. El primero era más versado en la Sagrada Escritura, pero ninguno de los dos cedía ante el otro en devoción y celo. Ambos sacerdotes llegaron a Germania hacia el año 694. Allí conocieron a cierto personaje que se empeñó en presentarles a su señor, porque los misioneros llevaban algunas noticias que podían interesarle. Dicho señor feudal los alojó en su casa durante varios días. Los misioneros aprovecharon ese retiro para hacer oración, cantar salmos e himnos y celebrar diariamente el Santo Sacrificio. 
Al ver los bárbaros la conducta de los dos predicadores, temerosos de que persuadieran a su señor para que renegase de sus dioses y se convirtiese a la nueva religión, decidieron asesinarlos. A Ewaldo el Blanco le degollaron sin más ni más en donde lo encontraron. En cambio, al Negro lo atormentaron largamente con inaudita saña y, antes de matarlo, le arrancaron los miembros uno a uno. Cuando el señor del lugar se enteró de lo sucedido, montó en cólera porque los bárbaros procedieron por su cuenta y ejecutaron a los monjes sin haberles presentado a su juicio. Como represalia, el señor feudal mandó ejecutar a los culpables e incendió la aldea. Los cuerpos de los mártires habían sido arrojados al río, pero fueron descubiertos gracias al fulgor que despedían. Un monje inglés, llamado Tilmón, recibió aviso de lo que significaba aquel fulgor sobrenatural y les dio honrosa sepultura.

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