MEDITACIÓN LUNES I DE CUARESMA A (P. Damián Ramírez)
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 31-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha:
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.
Entonces los justos le contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.
Y el rey les dirá:
“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Entonces dirá a los de su izquierda:
“Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
Entonces también estos contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.
Él les replicará:
“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
"Tuve hambre, tuve sed..." (Mt 25,31-46)
Señor Jesús, este Evangelio es tan claro, tan rotundo, tan potente, tan determinante para nosotros, cristianos, que es en sí mismo una oración.
Señor Jesús, te pedimos que seamos capaces de saber quién tiene hambre y quién tiene sed. Y no solo que nos hagamos cargo, sino que nosotros mismos demos de comer y de beber a otros. Literalmente, pero también que saciemos esa hambre y esa sed de sentido.
Señor Jesús, te pedimos que aprendamos a acoger al forastero, al inmigrante, al que viene a nosotros huyendo de la miseria, de la falta de dignidad, en busca de posibilidades. Que dejemos a un lado nuestros juicios y nuestros prejuicios. Que veamos en los otros seres humanos y que actuemos con ellos como lo harías Tú.
Señor Jesús, te pedimos que nos enseñes a vestir al desnudo, a cuidar a los enfermos y que visitemos a los que están en la cárcel. Que ayunemos de egoísmo, de indiferencia y de ese bienestar excluyente. Que practiquemos con ellos y con todos esa caridad que restituye dignidades y que posibilita felicidad compartida.
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