Fray Leopoldo de Alpandeire, beato limosnero capuchino, que en Granada dejaste un reguero de admiración y santidad, tu vida fue un ir y venir por sus calles pidiendo una ayuda con que sostener el convento y a los pobres.
Tu generosidad era ponderada pues, a veces, regresabas con los tuyos sin apenas limosnas pues las habías ya repartido entre los necesitados.
Conocedor de la pobreza del ser humano, excusabas al pecador diciendo: «es santo a su manera». Y sabiendo que alcanzar la santidad no es tarea fácil comentabas: «para ser santo hay que tragar mucha saliva», en respuesta a las humillaciones que recibías.
«San Nipordo», como te llamaban los niños con cariño, haz, con tu intercesión, que nuestros corazones sean sencillos y entregados sin esperar nada a cambio, solo el deseo de estar un día, por la eternidad, con Dios en el Cielo. Amén.
Beato Leopoldo de Alpandeire, ruega por nosotros.
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