Oh Virgen María, tu gloria supera todas las cosas creadas. ¿Qué hay que se pueda semejar a tu nobleza, madre del Verbo Dios? ¿A quién te compararé, oh Virgen, de entre toda la creación? Excelsos son los ángeles de Dios y los arcángeles, pero ¡cuánto los superas Tú, María! Los ángeles y los arcángeles sirven con temor a Aquel que habita en tu seno, y no se atreven a hablarle; Tú, sin embargo, hablas con Él libremente. Decimos que los querubines son excelsos, pero Tú eres mucho más excelsa que ellos. Los querubines sostienen el trono de Dios; Tú, sin embargo, sostienes a Dios mismo entre tus brazos. Los serafines están delante de Dios, pero Tú estás más presente que ellos; los serafines cubren su cara con las alas no pudiendo contemplar la gloria perfecta; Tú, en cambio, no solo contemplas su cara, sino que la acaricias y llenas de leche su boca santa.
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