Margarita nació en Laviano, Perugia, en el año 1247 en el seno de una familia de agricultores. Su infancia transcurrió feliz junto a sus padres, sobre todo junto a su madre, quien le enseñó a rezar y a convertirse en una niña piadosa. Pero su felicidad se vio truncada cuando tenía 7 años y vio morir a su madre. Su padre se volvió a casar con una mujer muy diferente a su primera esposa. Estricta, fría y agresiva, no se comportó como una madre cariñosa con su hijastra.
A los 17 años Margarita se fijó en un noble terrateniente de Montepulciano conocido como Arsenio. Margarita aceptó a vivir con él sin contraer matrimonio y llegó incluso a tener un hijo. Empezó entonces una vida lujosa y sin preocupaciones. Siempre tuvo remordimientos de que vivía en pecado, por tal motivo se dedicaba a realizar obras de caridad entre los pobres mientras intentaba convencer en vano a su compañero de que por fin contrajeran matrimonio.
Arsenio fue asesinado por unos bandidos que quisieron atacar sus tierras. Margarita decidió entonces dejar su hogar y vivir una vida diferente. Devolvió las tierras a la familia de Arsenio y vendió sus joyas y pertenencias para dar el dinero recibido a los pobres.
Margarita intentó volver a casa de su padre pero su madrastra no quiso aceptarla y mucho menos con un hijo ilegítimo y una vida de pecado a sus espaldas. Margarita encontró el consuelo de unas mujeres que le ayudaron a cuidar a su hijo y de los padres franciscanos que la ayudaron a seguir una vida de fe y pobreza.
Con el tiempo, Margarita fundó un hospital en Cortona en el que, junto con otras hermanas, se dedicó a asistir gratuitamente a los enfermos y a ayudar como partera de mujeres pobres.
Margarita murió el 22 de febrero de 1297. Los padres franciscanos que ayudaron a la santa a cambiar el rumbo de su vida escribieron sobre ella. En 1728, el Papa Benedicto XIII la declaró santa.
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