¡Oh, mi Salvador crucificado, por tus santas llagas nos has reconciliado con el Padre! Tu Cruz es un signo de victoria y consuelo durante la vida y en la hora de la muerte. Los santos, por sus palabras y ejemplos, nos han puesto ante los ojos tu amor redentor.
Te suplicamos que glorifiques a tu sierva fiel Ana Catalina, a quien has decorado con tus estigmas y has hecho penetrar profundamente en el misterio de tu vida y tu pasión.
Glorifica en ella a tu Iglesia, la madre de los santos, con esta virgen tan probada en el sufrimiento, abogada y auxilio en nuestra angustia.
Aumenta nuestra fe, esperanza y caridad y santifícanos en la verdad. Amén.
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