Iniciamos hoy un camino y como todo camino con una meta concreta y definida:
El camino se llama CUARESMA (40 días en los que nos vamos a ir acercando a Dios y a Jesús que nos lo muestra).
La meta se llama PASCUA (la Resurrección de Jesús, el paso de la muerte a la vida).
TIEMPO DE "MORIR" PARA "VIVIR"
En este tiempo, que es un tiempo de gracia, podemos escuchar de Dios: "a pesar de tus desaires y de tus olvidos hacia mí, te sigo amando...". Mi amor y mi cariño hacia ti es más grande que tu indiferencia hacia mí...".
Al ser tiempo de Conversión lo hacemos con este signo de arrepentimiento y de recuerdo de nuestra caducidad, la Ceniza.
Nos recuerda que todo lo material se acaba y se consume quedando sólo cenizas pero lo esencial, lo realmente importante que se esconde en nuestra alma es semilla de eternidad.
Hoy al recibir la ceniza le pedimos al Señor: que nos haga mejorar, que queremos cambiar todo lo que nos aleja de Él y que queremos tener una verdadera amistad con Él...
Para ello nos ayudan las 3 propuestas clásicas de la Iglesia:
a) La Limosna (que es dar de lo que tenemos a quien lo necesite: dinero, tiempo, afecto, cariño, perdón...).
b) La Oración (que es vivir con intensidad mi relación con Dios).
c) El Ayuno (que es privarme de algo superfluo y no necesario para manifestar que Dios es realmente lo único valioso: tele, caprichitos, comida).
Y todo de corazón ... CONVERSIÓN DE CORAZÓN.
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Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
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